5 razones por las que el tratamiento del vaginismo no avanza

Hay veces que no percibes un ritmo normal en el tratamiento.  Es decir que, según mi experiencia en el desarrollo del entrenamiento, intuyo que no es lo habitual, aun dando un margen de tiempo, o estando abierta a que cada persona tiene su ritmo. Puede ser en tratamientos presenciales o bien online. En los presenciales y con una frecuencia muy regular de sesiones, a la tercera visita se tiene que notar una buena disposición anímica, por un lado y unos avances claros, por pequeños que sean.  Y si se trata de un tratamiento a distancia, en el resumen semanal o quincenal, tiene que suceder lo mismo, que haya un progreso, respecto al primer día.  Si esto sucede o no sucede durante un curso grupal, al estar todas juntas y escucharse, la comparación es inevitable.  Hay que tener en cuenta que todas tiene su propio ritmo, que hay mujeres que necesitan ir más despacio y en cambio a otras les urge terminar pronto el tratamiento y conseguir el objetivo.  He conocido a muchas mujeres que no quieren ir deprisa, que se lo toman con calma, que les causa más ansiedad el hecho de exigirse resultados muy cercanos y este no sería el caso que nos ocupa hoy, aquí.  Me refiero a que cuando la evolución, en el tiempo, pero también en resultados, no es la habitual, hay que sospechar que algo no se está haciendo correctamente, en general. 

Con la experiencia, llegas a detectar por qué no avanza un tratamiento.  Serían más o menos estos los casos:

A.- No poder introducirse el dilatador nº 1 a la tercera sesión.  

B.- Poder ponerse algunos dilatadores, pero siempre hasta la mitad.

C.- Tener de repente un retroceso, es decir que algo que hacían ayer, hoy no pueden hacerlo.

D.- No conseguir que entre el último dilatador

E.- Ponerse todos los dilatadores y el vibrador, pero no poder tener penetración

Analizando cada punto, podemos encontrarnos con varias explicaciones.

A.-   Por ejemplo, que a la tercera sesión aún no haya entrado el dilatador número 1 en casa. A esta misma persona, en la consulta le indico cómo hacerlo o la ayudo y sí que puede, pero después en la soledad de su casa, no lo consigue. Aquí entrarían los miedos del inicio, la inseguridad, la falta de confianza, el no haber visto aún resultados y el temor a hacer algo mal hecho. Hay que practicar muchísimo, cada día hasta conseguir una exposición diaria, ante el espejo, venciendo la propia inseguridad. Cuantas más veces lo hagamos, más pronto conseguiremos resultados. En este caso, el uso de una bala vibradora sería muy aconsejable. Pero lo más efectivo es entrenar con el dedo, haciendo masaje en la entrada.

B.- No poder ponerse más que la mitad de los primeros dilatadores, por ejemplo, el 1, el 2 y el 3, significa que la dirección tomada no es la correcta, que al llegar a un punto donde debe empujarse un poco el dilatador o hacer un pequeño cambio de dirección, no se hace, por miedo al dolor, a equivocarse de camino, a herirse.  Sucede más en tratamientos a distancia, porque si son presenciales, lo puedo corregir ya en la segunda sesión.  Hay que visualizar muy bien el ángulo que le damos al dilatador, para que no esté chocando con la parte inferior de la entrada, en vez de deslizarse de manera recta, a través de la vagina.  Recordemos que el masaje con el dedo pulgar, haciendo media luna o tocando hacia abajo ,como pulsando una tecla, va a favorecer en gran medida el proceso.

  C.- Cuando la evolución del tratamiento sigue su curso correctamente, pero de repente, hay unos días que aparece escozor, una sensación de sequedad interna que imposibilita que entren los dilatadores y un conjunto de cosas que no se sabe a qué obedecen y que frenan totalmente, el hecho de poder entrenar. Cuando esto sucede, sospecho de inmediato que sea por causa de una infección por hongos y suelen venir después de la menstruación. Tomando el antibiótico adecuado, en pocos días desaparecerán todas las molestias y se podrá reemprender el trabajo habitual.  Lo prudente sería ponerse probióticos, para ayudar a la flora vaginal.

D.- Es bastante general que el último dilatador no acabe de entrar bien. Las mujeres que más o menos han ido teniendo una evolución en cuanto al tiempo entre cada dilatador, se paran con el último y se desconciertan. Hay que recordar, que siendo el más grande, también necesita mayor espacio y tiempo de aprendizaje.  No obstante, he visto algunas veces que, cambiando de material, sí se consigue introducir el mayor tamaño.  Y algo que puede ayudar muchísimo es utilizar medidas intermedias, ya sea comprando dilatadores y guiándonos por los cms. de diámetro o bien hacerlos en casa, con hortalizas, velas o cualquier objeto que creamos oportuno. Y recordemos el uso de lubricantes de gel al agua que facilitarán muchísimo el deslizamiento, pero también un buen hidratante vaginal, dará el confort necesario a la vagina, para albergar dilatadores mayores.  De nuevo el masaje de media luna va a ayudar muchísimo, antes de cada dilatador.

E.- No sucede siempre, ni mucho menos, pero en ocasiones me dicen que cómo puede ser, que entrando todos los dilatadores y el vibrador, no consigan tener penetración. Habría una explicación lógica, por ejemplo, si el pene del compañero fuera más grande que los utensilios del entrenamiento.  Pero si este no es el caso, hay que tener muy presente que se necesita una práctica, en cuanto a la penetración, para que se desarrolle favorablemente. El número ideal serían 10, para conseguir la suficiente confianza y fluidez. Es decir, que la penetración es posible, puesto que la dilatación es la correcta y la hidratación también, pero el masaje con el dedo en la entrada, va a ayudar en la práctica de la penetración.

Como podemos ver, salvo en el caso de las cándidas, he subrayado que el masaje con el dedo y un buen aceite, en la entrada, predispone y favorece los pasos a seguir en el entrenamiento.  Suelo decir que si no somos capaces de hacer eso, no tendremos nuestro vaginismo resuelto, a pesar de que puedan entrar dilatadores y vibradores. No lo dudes, es cierto.  No lo pases por alto.  Enfréntate a ello y si te cuesta, dímelo.