He podido comprobar que algunas pacientes se habitúan a hacer el proceso de entrenamiento de forma diferente a la recomendada y ello perjudica de manera muy clara a los resultados finales. No es la primera vez que lo comento, pero de nuevo he podido observarlo en nuevas pacientes y creo que vale la pena hablar de ello para que no se vuelvan a cometer estos errores.
Voy a comentar unas historias en los que tuve que corregir ciertos hábitos. Primero accedí a su forma de trabajar, después de preguntar detalladamente cómo hacían sus ejercicios, pero de manera muy concreta y precisa. Confieso que, con el paso de los años, he aprendido a hurgar en los detalles más insignificantes. Porque puede suceder que en un primer relato digan que lo hacen todo, sin dar lugar a la mínima sospecha de irregularidad. Por ejemplo, puede ser así “cada día me hago el masaje, me pongo los dilatadores y el vibrador”. Y así, parece todo normal.
La primera paciente de las que quiero hablar, había venido por primera vez de forma presencial hacía seis meses. Eras un vaginismo primario severo en una mujer de más de 40 años. Se desplazó desde su ciudad viajando en coche durante cuatro horas, acompañada de su pareja. En esa primera cita, detecté una fobia a ser explorada, que mejoró al cabo de una hora de aplicar diferentes técnicas, para que fuera cogiendo confianza. De todos modos, en este primer acercamiento, lo que se pudo conseguir fue acercarla a la autoexploración con espejo, un inicio de automasaje y que se insertara el dilatador más pequeño, al principio con mi ayuda y después ya sola. Al terminar la larga sesión, me dijo que estaba muy esperanzada, muy feliz de sus logros y que estaba segura de poder continuar a distancia. Al principio intercambiamos algunos mensajes en los que mostraba dudas y no supe nada más de ella hasta hace unos días, que vino de nuevo a sesión presencial. Me contó que estaba muy contenta porque había llegado a usar todos los dilatadores, incluso el más grande, aunque aún con cierta molestia. Lo que la había entristecido fue que había estado esperando a tener su primera penetración el mes pasado, durante un esperado viaje a New York, y no lo había conseguido. Le comenté que la iba a explorar, para ver qué grado de dilatación y de confort tenía. Lo primero, fue hacerle un masaje en la entrada de la vagina, al que respondió de manera fácil, sin parecerse en nada a aquella primera vez. Después comenzamos con el protocolo de dilatadores y fue ahí donde detecté el problema clave, por el cual no había conseguido resolver su problema. La manera que tenía de introducirse los dilatadores era con las piernas muy estiradas y juntas. Lo había visto en alguna que otra paciente, pero quizás no de una manera tan exagerada. Le era imposible introducirse nada en la vagina, que no fuera con las piernas estiradas y muy juntas. Ante mi sugerencia de ”por favor, dobla las piernas y sepáralas” observé que le era imposible hacerlo. Según ella se sentía más protegida así, y este era el problema. Es imposible casi prácticamente, introducirse algo de manera efectiva en la vagina y menos aún, tener una penetración en esta postura. Me costó mucho que lo entendiera y que fuera soltando sus piernas, separándolas, abriéndolas y sentirse más o menos cómoda. Le recomendé que cada día se fuera exponiendo un poco, por poco que fuera, hasta conseguir su objetivo, ya que es muy importante hacer las cosas según unos pasos establecidos y basados en resultados.
En este caso concreto, si no hubiera seguido con este hábito a la hora de introducirse dilatadores o incluso de hacerse el masaje, lo más seguro es que ya hubiera conseguido una mayor dilatación y una entrada más flexible en la vagina, que la hubiera llevado a la penetración. Cuando se doblan las piernas, se puede apoyar mejor la zona lumbar en la cama o la colchoneta, quedando además el pubis en una posición adecuada para cualquier introducción. Si además se separan mucho las piernas, la vagina tiende a abrir mejor la entrada, y además se eliminan tensiones musculares.
Si recordamos la frase anterior de “cada día me hago el masaje, me pongo los dilatadores y el vibrador” en la que todo parece correcto, vamos a ver ahora otros hábitos detectados, después de escudriñar en los relatos:
-ponerse los dilatadores de pie, nunca tumbadas.
-ponerse los dilatadores, sentadas.
-hacerse el masaje en la entrada de la vagina, sentadas.
-no usas el vibrador dentro de la vagina, sino por fuera superficialmente.
-dejar los dilatadores dentro de la vagina solo un minuto.
-ir directas al dilatador mayor que se usa en ese momento, sin pasar por los otros, en el entrenamiento.
-no hacerse masaje en la entrada de la vagina, antes de insertar cada dilatador en la misma sesión. (por ejemplo, tres dilatadores, tres masajes)
-no usar lubricante en las inserciones.
-hacerse el masaje de la entrada con la punta del dilatador, en vez de hacerlo con el dedo.
-omitir cualquiera de los pasos recomendados.
Conseguir el objetivo va a depender en primer lugar de la motivación y de lo que se esté dispuesta a invertir (tiempo y esfuerzo). En segundo lugar, del acompañamiento, y en tercer lugar, de la manera de entrenar. Si se sigue todo de manera correcta, el resultado final estará muy cerca. ¿Quieres conseguirlo en mes y medio? Pues, manos a la obra, te acompaño.