Es una pregunta muy frecuente que me hacen las pacientes, sobre todo al terminar el tratamiento, con el temor de no haber solucionado para siempre el problema, como si fuera algo crónico en ellas. Y este tipo de preocupaciones son normales, de la misma manera que cuando una mujer sufre de vértigos por primera vez y se cura, le pregunta a su médico ¿puedo volver a tenerlos? Y es que te viene a la cabeza “ojo, que lo he pasado mal… a ver si vuelven”.
El vaginismo (imposibilidad de penetración) y la dispareunia (dolor en la penetración) pueden cursar por muchos motivos, además de tener diferentes grados, por lo cual, con estas consideraciones, estamos ya imaginando que según qué preguntas tendrán respuestas muy variadas. El vaginismo primario se resuelve con dilatación, desensibilización e hidratación, así también como la dispareunia y el vaginismo secundario. Si repasamos en qué momentos y/o circunstancias puede aparecer la dispareunia y el vaginismo secundario, los podemos encontrar en una amplia gama de patologías (endometriosis, vulvodinia, vestibulitis, líquen escleroso, fibromialgia, síndrome de Sjögren que cursa con sequedad generalizada, herpes vaginal) en los tratamientos del cáncer (radioterapia, braquiterapia y quimioterapia) en algunas etapas de la mujer (postparto, menopausia) en situaciones de cambios en la flora vaginal (infecciones de orina y candidiasis) y en reconstrucciones vaginales. Tanto si tuviste vaginismo primario o secundario o dispareunia, puedes volver a tenerlo si sufres alguna alteración. Diríamos que los más frecuentes son después de sufrir una infección por cándidas, ya que dejan una especie de cicatriz en la flora vaginal, que producen disconfort. En la época del postparto, tanto por la episiotomía si la hay, por cambios hormonales y por sequedad en la lactancia. También se dan en la perimenopausia y en la menopausia, por la atrofia vaginal, debido también a cambios hormonales. Pero estamos hablando de situaciones muy concretas, puntuales, con una resolución rápida y fácil, sobre todo porque la paciente, si ya ha tenido vaginismo primario, conoce el tratamiento. Es decir que “si te regresa un amago de dispareunia o vaginismo secundario, te será más fácil solucionarlo, porque conoces el tratamiento”.
Ahora bien ¿a qué se debe, sobre todo, el miedo a volver a tener vaginismo? Esta afección, tiene unas características emocionales que se repiten entre las pacientes, como pensar que soy la única que lo tiene, que solo a mí me pasan cosas raras, que ves a saber si me voy a curar porque soy muy gafe, y un “¡mira que si me vuelve!” Es decir que este miedo fatalista está muy generalizado, simplemente porque forma parte de las incógnitas de la mujer que sufre vaginismo. ¿Y por qué tiene miedo? Pues porque no se conoce de manera amplia toda su dimensión, porque no ha estado visible hasta ahora, porque las mujeres lo han callado, no lo explican por vergüenza, lo sufren como una anomalía de su vida de la cual se sienten culpables, además de la falta de conocimiento respecto al tratamiento, por parte de los profesionales de la salud.
En este marco, quiero contar una experiencia que tuve ayer en una sesión online, con una chica de México de 24 años. Se casó a los 19 y no pudo nunca mantener relaciones sexuales con penetración. Dicho por ella misma, pensaba que con el tiempo se solucionaría la situación, pero nunca llegaba ese momento. Decidió ir al ginecólogo al cabo de tres años, pero ante la imposibilidad de poderla visitar de manera tradicional, pudiendo introducir solo un hisopo, se basó en esto para comentarle que todo estaba en su mente, que era simplemente cuestión de perder el miedo, que si había podido entrar ese palito, no tenía por qué tener problemas. Salió de allí muy frustrada y comenzó a investigar por internet, llegando a descubrir el término “vaginismo” que daba respuesta a su afección. Optó por contarlo a su madre y decidieron ir a visitar a otro ginecólogo. La muchacha le contó que había visto por internet que quizás tenía vaginismo, a lo que este segundo profesional, que no la pudo tampoco visitar, y les dijo que no era vaginismo, que había sufrido una violación de pequeña, que todo estaba en su mente y que intentara atender las necesidades de su marido porque si no la dejaría. Aquí la madre fue muy contundente, se encaró al ginecólogo, diciendo que su hija nunca fue abusada y que abandonaban la consulta. Llorando las dos, decidieron buscar a una mujer para su próxima visita. La ginecóloga que las atendió, no la pudo explorar tampoco, negó que fuera vaginismo y les dijo que todo era miedo a la primera vez.
Aquí tenemos a tres profesionales que no dan salida a las angustias de la joven paciente. La respuesta es muy clara, DESCONOCEN LA REALIDAD DEL VAGINISMO Y SU TRATAMIENTO. ¿Por qué nª 1? Porque no se estudia en la carrera como un fenómeno físico, sino que durante décadas ha estado estigmatizado de mental. ¿Por qué nª2? Porque las mujeres no lo cuentan y se desconoce la prevalencia de la afección. Esto quiere decir que la sociedad en general desconoce la magnitud del problema. La prueba está en que cuando se atreven a explicarlo a la madre o a alguna amiga, no las pueden entender ya que no saben siquiera que eso pueda existir. “¡Es muy raro!” – comentan siempre. Y no digamos cómo responden las parejas masculinas, a las que todavía se les hace más extraña la desconocida situación. ¿Por qué nº 3? Hoy en día que la información brota por las redes y los medios, aún se puede filtrar algún conocimiento sobre el tema, pero años atrás era totalmente impensable, ni siquiera se hablaba de vaginismo, recuerdo que buscaban en internet “no puedo…” “dolor…” y algún término más. Así que llevamos muchísimos años de oscuridad sobre el tema. Y creo en parte, que todo lo explicado hasta aquí tiene que ver con que las mujeres que han sufrido vaginismo primario, tienen miedo de volver a tenerlo en algún momento. Pero no temen a esos vaginismos secundarios o a la dispareunia, sino que temen que esa “rareza” que tuvieron, pueda volver. Porque aún se preguntan “¿por qué lo tuve?” Y aunque yo les conteste que fue simplemente por una contractura en la entrada vaginal o por tener una vagina más estrecha y sobre todo POR NO TENER LA HABILIDAD DE SABER ABRIRLA, siempre les queda ese temor. En el momento en que se comprenda que una contractura solucionada, no tiene por qué volver de manera fatalista y sobre todo si cuidamos la zona pélvica y estas mujeres ya han hecho un master en el tema, no temerán una recaída. No te angusties pensando si tu vaginismo se puede repetir. Ese que tuviste, el primario, no se va a reproducir. Eso ya pasó y en temas de dolencias, lo mejor del pasado, es que ya ha pasado.
Otro tema sería que la mujer que no tiene pareja, teme que “se cierre” su vagina en el intervalo de encontrar compañero, a lo que siempre les respondo que pueden continuar haciendo su entrenamiento, de manera más relajada, sobre todo para que ELLAS se sientan seguras llegado el momento, pero ni mucho menos porque su vagina se cierre. ¡Qué trabajo tan bonito tengo, siempre rodeada de mujeres estupendas, llenas de coraje! ¡Gracias por todo lo que me enseñáis! Y tal como me definí en un ejercicio de metáforas, sigo siendo esa alfombra voladora, repleta de mujeres… gracias a vosotras.
No tenía ni idea de que se podía volver a sufrir de vaginismo una vez tratado. Espero que no me vuelva a ocurrir, pero como bien mencionáis en el post, es más fácil solucionarlo ahora que ya sabe una como funciona el tratamiento.