Lo ideal sería tener la certeza de que nuestro suelo pélvico siempre está en perfecto estado e ir remediando su debilidad, después de los partos o en la menopausia y no dejarlo para cuando la clínica sea más aguda.
Legado de madre a hija. Hablemos con nuestras madres, hablemos con nuestras hijas
En la prevención también entraría el educar a nuestras hijas a partir de cierta edad, adecuando los consejos. Primero les recomendaremos que no se aguanten el pipí y que intenten ir al baño cuando lo necesiten y en la adolescencia, que adquieran los buenos hábitos y empiecen a hacer ejercicios de suelo pélvico.
También podemos aconsejar a nuestras madres, que no tuvieron la información necesaria después de sus partos, y explicarles que la rehabilitación va a darles una mejor calidad de vida.
En armonía con nuestro cuerpo y nuestras emociones
Cada vez más seguras de que un cuerpo sano y fuerte va a facilitarnos bienestar y nos va a ahorrar problemas venideros, nuestro mundo emocional se verá fortalecido también al vivir nuestra sexualidad satisfactoriamente.
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