Aunque esta afección es común en muchas mujeres de diferentes edades, el contexto de las chicas más jóvenes es muy concreto y especial. Estamos hablando de chicas de 16 a 21 años aproximadamente, aunque según los casos tal y como vamos a exponer aquí ahora, puede alargarse un poco más en la edad.

Suelen vivir en casa de los padres, sin recursos propios económicos, por lo que no pueden costearse tratamientos, a no ser que lo hayan explicado previamente en casa y los progenitores, además, estén de acuerdo en darles su ayuda económica y su apoyo.

Cuando pregunto a mis pacientes en la primera sesión, si han explicado a alguien su problema, puede ser que me digan que a una amiga o a alguien de la familia, pero si es una chica muy joven, la respuesta suele ser que no se lo han dicho a nadie, ni siquiera a sus padres. Algunas me cuentan que es debido a una mala relación con su madre, otras que en su familia no se puede hablar de sexualidad y otras me dicen que sus padres creerían que quiere tener sexo pronto, con lo cual lo verían totalmente inoportuno.

Entonces, la situación de estas chicas es totalmente frustrante, ya que, por su gran movimiento a través de las redes, descubren fácilmente un tratamiento que puede ser eficaz, pero no pueden seguirlo porque no tiene ingresos y dependen totalmente de la familia. Por otra parte, no se atreven a explicarlo libremente como si se tratara de otro tipo de dolencia, ya que no creen en absoluto que con este tema se la vaya a atender igual que con otro, o bien tienen el temor de que van a estar sometidas a un tercer grado, con preguntas y juicios, nada soportables para ellas y posiblemente con graves consecuencias de relación. No es lo mismo decir “me duele la muela, quiero ir al dentista” que “tengo vaginismo y quiero ir a recuperación”

Me he encontrado con casos de chicas que les paga el tratamiento su abuela o su tía, en las que confían más que con su madre, incluso las acompañan a las sesiones, quedándose en la salita de espera respetuosamente.  El problema de ellas sigue siendo, que con ese silencio no tienen intimidad en casa para hacer los ejercicios o incluso para guardar o esconder los utensilios que necesitan, como los dilatadores y el aceite. Pienso que por muchas potentes razones que tengan para no explicarlo en casa, deberían armarse de valor y exigir ayuda con su problema, que atañe sobre todo a tener una vida saludable, llevando unos hábitos como sus amigas (ponerse un tampón en los días de piscina o competición) y pudiendo visitarse ginecológicamente.

Así que viven con un pesado problema encima que no pueden explicar, sabiendo que es complicado para su salud y sus relaciones de pareja y además tampoco se atreven a contarlo a sus amigos o amigas.  Las reacciones de la gente que está alrededor de las chicas con vaginismo, suele ser de lo más desconcertante y para nada sirve de ayuda en la mayoría de los casos, ya que, si lo explican, sus amigas no lo suelen entender.  Aunque tengan ganas de ayudar, las frases más comunes son “relájate y verás como con paciencia lo consigues” “eres muy exagerada con eso de que duele tanto” “ya se sabe que al principio duele, pero tienes que aguantar” “nunca lo había escuchado a nadie… qué raro” “ves al psicólogo que seguro tienes algún trauma” y un sinfín más de frases totalmente fuera de lugar, que generalmente corresponden a una total ignorancia sobre el tema. El problema generalmente es que todas las amigas ya han podido ponerse un tampón y la mayoría también ha tenido relaciones con penetración, así que no son un modelo que pueda seguir nuestra chica, con lo cual se siente todavía más rara.  

Si piden hora para hacerse una visita ginecológica, esperando que les digan qué les pasa, suelen encontrarse con la típica respuesta de “ves al psicólogo” o bien “todo está normal, simplemente debes relajarte” o “tienes un himen rígido que hay que operar”.  A todo esto, han ido solas o a sabiendas de su madre, pero con una visita individual.  Puede ser entonces que, si es una recomendación médica, los padres ayuden en el tratamiento, pero si son muy jóvenes (de 16 ó 17 años) la familia prefiere esperar. En este apartado quisiera explicar mi experiencia en cuanto a los hímenes rígidos que me han contado mis pacientes jóvenes. “Me lo ha dicho el ginecólogo”- me dicen.  Y yo les pregunto “¿Te ha revisado por dentro?  “Bueno, me ha mirado por fuera creo, no sé… no ha podido ponerme nada dentro” Muchas veces ese himen rígido no aparece nunca.  De las cientos o miles de mujeres que he tratado, poquísimas tenían himen y este dato hay que exponerlo, para la información de todas las mujeres.

Así que nuestra protagonista es la rara de la película.  No encaja con sus amigas, ni con los profesionales de la salud, por lo menos hasta ahora, ni con sus padres.  Descubre que puede tratarse, pero no dispone de recursos económicos para pagar el tratamiento. Y mientras va dejando pasar los años, en espera de que quizás se solucione solo o con la ayuda de alguna pareja.

Las edades y las características de mis pacientes con vaginismo primario, oscilan de 16 a 56 años.  Os voy a contar las historias de estos vaginismos, con la esperanza de que esto ayude a generar más acción y menos silencio. Una chica puede solucionar su problema antes de los 30 años o después de esta edad, habiendo pasado por varias parejas que no aguantaron el tipo de relación sin coito. Muchas de estas parejas me han contado que tienen una buena sexualidad, pero otras han reconocido que les marca mucho en la actitud, ya que estas mujeres pueden estar deprimidas y tener miedo a que sus parejas las abandonen, mientras que ellos también lo acusan, con falta de sensibilidad en el trato y con comportamientos machistas.

Las que llegan a los 40 con este problema, tienen prisa por ser madres, así que, si no lo han logrado solucionar, intentan quedarse embarazadas como sea (con un solo coito dolorosísimo o con una inseminación o una fecundación in vitro) Tengo en este momento algunas pacientes que han parido y tienen vaginismo primario. Me han contado que no han sido capaces de dejarse explorar en ningún momento, ni durante el embarazo ni después.   Su angustia es indescriptible.

Las que son mayores de 50 años, pueden estar casadas de hace más de 20 años o pueden estar sin pareja, pero con ganas de tenerla. ¿Podemos imaginarnos llegar a la menopausia así? Como veis el panorama debido a la no acción, es muy desalentador.

Por eso quiero dedicar mi tiempo, a que ninguna mujer de más de 20 años tenga vaginismo, por lo que he pensado en hacer una I Edición Júnior de ayuda al vaginismo, para empezar a paliar la falta de recursos que tiene la juventud.  Os espero chicas, subir a mi alfombra voladora.

*Información sobre el curso: 4 sesiones grupales online, de una hora a la semana.  Grupo máximo de 8 personas, con un coste a mitad de precio, para chicas de 16 a 22 años. Inscripciones hasta el 17 de noviembre, solicitando plaza al correo pilar@pilarpons.com.