Cuando una mujer, tenga la edad que tenga, tiene su primera penetración, casi siempre me habla de las mismas cosas.  Por un lado, están los detalles diríamos más técnicos del acontecimiento y por otro lado las emociones.  Hay una gran alegría por haberlo conseguido, es un antes y un después, como ellas mismas dicen y hay unos descubrimientos que también se van repitiendo por parte de las pacientes.
Una mujer puede vencer su vaginismo a cualquier edad, puede tener más de 40 años, más de 30, 20, 17, es decir que tener una primera penetración puede darse a diferentes edades, dependiendo de cuando haya comenzado el tratamiento y de cuando lo haya superado. Es de suponer que cuanto más mayor sea, más experiencia tendrá de la vida, de la capacidad de gestionar las emociones, así como de plantearse los objetivos para llegar a ellos.  No obstante, lo que está claro, es que la primera vez de tener una penetración, se aprenden una serie de cosas, a la edad que sea, que siempre van a generar preguntas.
Durante los últimos años, he tenido una serie de conversaciones con mis pacientes, anunciándome primero su gran logro.  «Pilar ya lo hemos conseguido» Y al cabo de un rato de hablar sobre cómo ha sido, es inevitable una conversación muy íntima, que desean tener conmigo.  Les cuesta un poco al principio confesar lo que piensan, tanto por la vergüenza del desconocimiento que poseen sobre estos temas, como por pudor.

 
El primer tema que suele surgir es el de las sensaciones que han tenido dentro de la vagina y es que la inmensa mayoría confiesan primero, no haber sentido placer durante la penetración, lo cual les extraña, pues se espera que sea como en las películas, con fuegos artificiales. Una vez aclarado que resultaría raro que después de tanto tiempo de haber experimentado dolor, se pasara a sentir placer, les recuerdo lo de mi clásica recomendación, de que se necesitan 10 penetraciones como mínimo para conseguir una práctica básica. Seguimos hablando un buen rato sobre la sexualidad femenina, dejando claro que el coito está sobrevalorado en cuanto a proporcionar placer a las mujeres.  Hasta aquí todo parece tener un orden lógico en cuanto a la respuesta de la mujer ante su primera penetración. Pero lo más importante sería lo que sigue en nuestra conversación. «Pilar, entiendo lo que me estás diciendo sobre el placer y el coito.  Pero lo que me preocupa es que no HE SENTIDO NADA cuando ha entrado su pene, ni dentro tampoco. ¿Es eso normal? Porque si es así, no sé qué he estado esperando todos estos años al imaginarme lo que sería.  Mientras usaba los dilatadores sentía cosas, presión, o molestia o roce, pero en el coito, no he sentido nada».

La dilatación que se va adquiriendo con el entrenamiento, va pasando por momentos incómodos, que nada tiene que ver con la resolución final. La lubricación natural debida a la excitación, también colabora a que la vagina se alargue y ensanche, con lo cual las sensaciones cambian totalmente. Pero lo que es relevante es la sensación de no notar el pene dentro.

 
El segundo tema es «No tengo ni idea de qué hacer en el coito.  ¡No sé cómo moverme! Si debo tomar iniciativas de cambiar de postura, si hablo o me callo… ¡Me siento tan torpe! » Así es como manifiestan su falta de práctica sobre algo que la mayoría considera naturalmente espontáneo. Sabe mal que, ante un acto tan esperado, surjan de nuevo nubes que ensombrecen lo que debería ser un momento genial. ¿Se puede deber a demasiadas expectativas? ¿A baja autoestima? ¿A inseguridad? Quizás fuera necesario hablar sobre todo esto ya antes del gran acontecimiento. Un poco sería como muchas mujeres que dicen saber mucho del parto, pero que nadie les habla demasiado del postparto.


El tercer tema es de tipo de aprendizaje también respecto a la vagina, al semen y cómo se comporta éste dentro de ella. «Yo creía que el semen se quedaba dentro. Porque si no ¿cómo voy a quedar embarazada, si sigue saliendo después de mucho rato todavía? Además, se ensucia toda la sábana ¿cómo se maneja todo esto? No tenía ni ida del pringue que se organiza.  ¿Qué hacen las otras parejas?»

Puede parecer muy básica esta parte de la conversación, pero si pensamos en cómo se va aprendiendo a base de experiencias, nos daremos cuenta de que aunque esto lo diga una mujer de 40 años, tiene todo su derecho a no saber nada, hasta ese momento. Porque ¿alguien nos explica que el semen sale, o a cómo estar limpios después del coito? y ¿cómo no manchar las sábanas? o ¿el suelo mientras vamos al baño a asearnos?


Una vez revisados estos grandes temas que surgen tras la primera penetración, lo que está claro es que la experiencia, con la práctica, se irá haciendo cargo de aportar conocimientos sobre el coito y sus enigmas. Y una vez asimilados, estudiados y verificados con la realidad, lo más importante de todo sería fluir sin pensar, sintiendo lo que se vive en el momento. Buscar lo que nos gusta, sería también muy importante, ya que en ocasiones lo que hace la mujer es solo pensar en complacer a la pareja, sin saber quizás que algo que siempre le excitará, es que una mujer pida lo que le gusta.