El tiempo que dura el tratamiento está repartido entre las sesiones presenciales, las de Skype (si las hay) y los deberes en casa, esas famosas tareas que muchas mujeres aman, porque saben que les va a ayudar y otras se saltan un poco  debido al poco tiempo libre que tienen.

Pero aparte de dilatar la vagina, de desensibilizar las zonas molestas y de hidratar al máximo interna y externamente, he podido comprobar que hay un sinfín de aprendizajes añadidos.  Unos los he descubierto yo misma a lo largo de tantos años y otros me los han revelado mis propias pacientes. Hoy me levanté pensando que debía explicarlos, pues tengo muy presente en mi vida aquello que dice “todo lo que no se da, se pierde”.

Aprendes a:

. Comprometerte contigo misma primero y después con la terapeuta. Hay un gran compromiso, y puede ser que para ti sea el primero de los más exigentes que tendrás a lo largo de tu vida..

. Conocer tu cuerpo. A menudo es la primera vez que te miras los genitales, tocas tus músculos vaginales y aprendes de  tu propia fisiología.

. Ampliar tu sexualidad.  Puede ser que cuando haces deberes en casa, investigues tu placer y veas que excitada entran mejor los dilatadores.

. Aprender a relativizar.  Una vez te vas acercando al final, te das cuenta de que cuando hay diagnóstico y certeza en el tratamiento, la montaña se ha convertido en un par de escalones.

. Planificar un tiempo diario, sin excusas.  Si eres  espontánea con tus tareas, al ver  la importancia del trabajo diario, llegas a sacar tiempo cada día para ir hacia tu objetivo.

. Luchar contra las creencias limitantes. En el tiempo que estás con tu proyecto de normalización de tu vaginismo, pueden  aparecer algunos pensamientos  que podrían enlentecer   tu trabajo y no obstante ya conoces cómo  vencerlos.

. Aprender a controlar miedos.  Cada día que pasa sientes menos molestias y tu mente no te boicotea.

. Fluir sin anticiparte.  Tener una actitud de principiante, de niña confiada y vivir el momento.

. Aprender a tener días mejores y peores. Te das cuenta de que antes de la regla a lo mejor te cuesta más trabajar con el tratamiento, o por cansancio o por lo que sea y eso ya no te deprime, lo dejas pasar y mañana será otro día.

. Aprender de tu autocompasión.  El equilibrio entre autocompadecerte y ser fuerte es lo que te ayuda a librarte de tu afección.

. Hacerte fuerte de carácter y de actitud. En las sesiones me escuchas decir cosas como:  no llores, no te enfades, usa esa energía en positivo y la rabia para triunfar con el dilatador más grande, en esta sesión

. Empoderarte.  Te estás mostrando a ti misma día a día tu fortaleza.  Ahora ya te lo crees, tienes el poder de hacer lo que quieres hacer.

. Vencer tu vergüenza y contarlo a familia, amigos, compañeros.  “Mira si soy fuerte que soy capaz de mostrar mis debilidades”

. Compartir tus emociones, tus logros y tus temores. Si eres una persona introvertida, poco a poco te vas abriendo, incluso con otras mujeres que han terminado el tratamiento o están a punto de hacerlo.

. Ser generosa ayudando a otras mujeres. Es bastante común que desees a tu vez acompañar a otras mujeres en su trayecto del tratamiento.

Todo ello hace que estos conocimientos adquiridos, los emplees en proyectos de tu vida, en situaciones nuevas, aprovechando no solo lo aprendido, sino también los cambios de actitudes que has conseguido forjar.

Cuando acabas el tratamiento, sabes de compromiso, planificación, autoconocimiento, sexualidad, aceptación, reto, empoderamiento, entereza, transparencia, control, paciencia, asertividad, fuerza interior… ¡y todo ello es un máster!