Me encanta cocinar y todo lo que conlleva, es decir, ir al mercado, formarme, leer, investigar, practicar y practicar.  Creo que ese es el paso principal.  Es verdad que hay muchas comidas que no necesitan la rigurosidad concreta de los pasos estrictos, pero otras sí, como los postres. Yo soy más de salados, así que he podido comprobar que los platos que mejor me salen y que menos inquietud me conllevan, son los que he hecho muchas veces.  En mi caso concreto, son las paellas y las tortillas de patata y cebolla. No me representan ningún problema, es igual que tenga que cocinar para cinco o para treinta personas, solo es cuestión de hacer más cantidad, pero la esencia es la misma.  Ir al mercado me encanta, soy mujer de mercado, de ver las paradas, lo que ofrecen ese día, lo que me sugieren en cuanto a ideas, si voy a cocinar para mí, para mis hijos o mis amigos o voy a congelar para situaciones sorpresa. Pero hay algo claro “sé lo que quiero y entiendo lo que encuentro” He hecho eventos para 30 personas y no me han significado ningún problema.

Estos hechos me han dado motivos para la reflexión, y es la siguiente, cuantas más veces haces algo, cuantas más veces prácticas, más seguridad tienes y mejor te sale. Esto es algo indiscutible. Y que he aprendido durante años. No se puede dudar, no hay quien lo discuta. Soy una master chef de la cocina y del vaginismo. 

Si tuviera que escribir el tratamiento del vaginismo como una receta, creo que lo haría así. En primer lugar, está la experiencia y esa la tengo.  En segundo lugar, están las ganas, el deseo, el gusto por lo que vas hacer, y eso, todo lo tengo. Y en tercer lugar están las evaluaciones de los resultados de lo construido y eso también lo tengo. Han pasado años, los suficientes para poder evaluar resultados.

He aquí la receta magistral:

En primer lugar, querría repasar la enorme ilusión que tengo por cocinar un plato, ya sea para deleitar a mi familia, o amigos o para investigar recetas que no conozco demasiado. Me encanta hacer alquimia, mezclar, crear sin miedo, para conseguir resultados que no conozco. Pero es verdad que donde mejor me siento es en lo conocido y repetido, con resultados conocidos.

Si quieres resolver tu vaginismo, coge un espejo y observa tu vulva, siéntela preciosa, única como lo es, separa tus labios mayores y menores y busca la entrada y visualízala.  Deberías ver un pequeño orificio abajo.  Todo esto hazlo sin miedo, con curiosidad, con amor hacia tu cuerpo. ¿Qué quiere decir que no sabes?  Investiga y aprende como lo has hecho en muchos otros frentes de tu vida.

Ten a mano un buen aceite hidratante de almendras, rosa mosqueta o de coco y espárcelo por tu vulva con un masaje amable y lleno de cariño hacia tu cuerpo, hacia ti.  Esta actuación puede durar unos minutos. A partir de aquí, introduce la primera falange de tu dedo pulgar para hacer un bien masaje en la entrada de la vagina, de manera que la desensibilices, le des flexibilidad y la hidrates en gran manera.

Si tienes un vaginismo primario severo y no soportas ni tu dedo, te recomiendo una balita vibradora.  Es un gran recurso para desensibilizar y preparar el terreno. Pero no olvides que cuantas más veces lo hagas, más pronto resolverás esas sensaciones adversas.

Una segunda fase sería la de dilatar la entrada de la vagina con dilatadores, que pueden ser convencionales o caseros, dependiendo de tu momento vital o económico. Con ellos vas a abrir amablemente tu vagina de forma progresiva, para darle la seguridad que necesita ante la dilatación.  La vagina se expande de manera natural, no debes preocuparte por ello. Y además es un túnel, así que no debes temer por ir a lugares inadecuados, siempre estarás en el lugar preciso.

Para dilatar amablemente, hace falta comenzar con un dilatador pequeño e ir aumentando de diámetro con ganas y paciencia.  Son tus amigos los dilatadores, los que te van a ayudar a progresar, así que ámalos y no los veas como enemigos, sino como recursos imprescindibles para tu sanación. Fíjate que tu posición ante algo, va a determinar los resultados.

Así mismo el vibrador o masajeador interno, quizás las primeras veces te resulte raro y no muy amigable, pero concédele una gran oportunidad y recuerda que la receta dice que es imprescindible.

Tu receta breve sería: autoconocimiento con espejo, masaje con aceite hidratante en la vulva y la entrada de la vagina, dilatación progresiva y vibración.  Todo ello acompañado del tiempo suficiente en cada paso, de la ilusión por el trayecto, tanto como por el final.  Tu máxima tiene que ser “Me lo debo, Puedo y Lo conseguiré”

  • Tú eres la alquimista, la que va a configurar tu tratamiento y los resultados.  Ponle ganas, ponle confianza y crea tu propia receta a partir de la que te proponen.  Lo sublime está siempre en la receta base y en tu intuición para cambiar algunas cosas. Eres la persona que pondrá remedio a tu vaginismo