En mi trabajo de terapeuta, me encuentro con diferentes perfiles de comportamientos, dentro del vaginismo.  Esto va a marcar tanto el modo de abordaje del tratamiento, como la duración del mismo.  
Las pacientes, dependiendo de su edad, del tipo de vaginismo y naturalmente de su forma de ser, reaccionan ya a la primera sesión, de maneras diferentes y determinantes. En esos primeros momentos de acercamiento a la terapia, ya se refleja si el tratamiento va a ser fácil o más complicado.  Y para nada quiere decir que hay tratamientos difíciles, sino que la persona tiene más barreras, a la hora de dejarse tratar.   Personalmente creo que podría ser lo mismo en otras afecciones, patologías o afectaciones. Hay gente que tiene reservas a la hora de que la toquen, o se acerquen a su cuerpo, en cambio otras, aunque estén nerviosas o asustadas, no presentan esas barreras.
Es cierto, que el hecho del tabú que existe alrededor de la sexualidad femenina, no ayuda nada, como tampoco ayuda hablar en femenino de genitales, de masturbación o de orgasmo. Pero es tan importante solucionar el vaginismo por salud, para poderse hacer revisiones ginecológicas, que debemos ayudar a que los miedos, no se apoderen de la paciente, hasta el punto de no dejarse tratar .
Por eso quería que quedara constancia, de los diferentes perfiles con los que nos encontramos las terapeutas en el tratamiento del vaginismo.

Como preámbulo quisiera decir que, siempre las mujeres tenemos un comportamiento, ante las exploraciones ginecológicas, no demasiado tranquilo.  Y eso es, se tenga o no se tenga vaginismo.  Quiero decir que no nos gusta que nos exploren que nos toquen y que no sepamos demasiado qué nos van a hacer, pero lo aguantamos por salud y poco a poco, cada año de revisión se convierte en algo habitual: no nos gusta, pero no hacemos dramas.

Quiero hablar de los diferentes perfiles de comportamientos ante el tratamiento del vaginismo.  Vaginismo es la imposibilidad de penetración vaginal y para ello las mujeres acuden a tratamiento.  Algunas comienzan por la terapia psicológica y otras van directas a la física. En la terapia física, hay una primera parte de anamnesis, es decir de preguntas y otra de exploración, donde se determina de qué tipo de vaginismo se trata, en qué nivel está y cual será su abordaje.

Vaginismo primario con fobia

La paciente no permite que nada ni nadie la toque, ni siquiera rozando, la entrada de su vagina.  Tiene miedo, a que entre el dedo o el dilatador, aunque le digas que solo se trata de rozar la zona para ir desensibilizando, pero el miedo la hace evitar a toda costa iniciar el tratamiento físico, por lo que es muy difícil comenzar la aproximación.

El tratamiento del vaginismo comienza con hidratación por toda la vulva y justo en la entrada, ni que sea poder introducir media falange del dedo.  Lo ideal es que lo haga la paciente, pero si no se atreve, podríamos enseñarle a hacerlo, de manera que comencemos a desensibilizar y a ir minimizando su miedo.  Más adelante, cuando vea que no es tan molesto como creía, será capaz de ir avanzando en el tratamiento, con confianza.

El problema se presenta cuando ella no puede hacer absolutamente nada, ni ponerse la punta de un dilatador pequeñísimo, ni el dedo y tampoco permite que lo haga la terapeuta.  Los gestos exagerados de temor nos indican que hay una fobia que imposibilita comenzar a tratarse. Es decir que la reacción es totalmente desorbitada ante lo que está sucediendo. No hacen efecto ni la relajación previa, ni las explicaciones para calmar el miedo.  Es difícil comenzar un tratamiento cuando la paciente no puede hacer nada y no deja tampoco que se le haga. Deberemos esperar que, de forma lenta, ella vaya ganando confianza, incluso recomendarle terapia psicológica, para tratar la fobia, de la misma manera que se hace cuando no se puede subir a un avión, coger un ascensor, acercarse a un animal o dejarse extraer sangre.

Hay que ir muy despacio, intentando que poco a poco se vaya mirando en el espejo, se observe los genitales, se empiece a tocar por fuera, incluso dando golpecitos con el dilatador pequeño alrededor de la entrada, con la idea de que pronto pueda introducir la punta del primer dilatador.  La visualización es muy importante, también la mentalización basada en la información, para quitar los miedos a hacerse daño, o a equivocarse de lugar, que serían las dos cosas más frecuentes a las que les tienen miedo.

Este perfil de paciente hace que se vaya más lento en los inicios, pero se puede conseguir avanzar.  El peligro es que lo deje, por bloqueo o por la creencia de que no lo va a conseguir.

Necesita tener mucho apoyo y madrinas que hayan pasado por la misma situación, para que escuche que es posible solucionar su vaginismo.

Vaginismos sin fobia pero que no pueden introducirse el primer dilatador

Suele suceder también esta situación en que la paciente no tiene ningún miedo, pero es incapaz de ponerse ella el dilatador o si lo hace, solo consigue que entre una punta.  Todo ello es sin dolor ni molestias, pero no puede avanzar.  En cambio, si se lo pone la terapeuta, puede entrar sin problemas y sin molestias también.  

La primera sesión es como dicen ellas “mágica”, ya que sin sentir absolutamente nada, cuando les dices que ya está dentro, no se lo creen hasta que lo ven en el espejo o se tocan, buscando el dilatador. Se lamentan casi siempre de que ha sido una lástima todo el tiempo perdido, cuando en realidad era tan fácil. Pueden ponerse en esa primera sesión el primero y el segundo dilatador casi siempre y alguna vez hasta el tercero.

Algunas mujeres han llegado a estar en manos de terapeutas que les han podido introducir todos los dilatadores y en cambio ellas, ni el primero.  Esta situación es mejor zanjarla ya el primer día, enseñando cómo hacerlo, animarla a hacerlo en la misma consulta y pidiendo que lo haga tres veces como mínimo antes de irse.

 Vaginismos que fluyen con la terapia

En este perfil entrarían aquellas mujeres que, siguiendo instrucciones, pueden ponerse solas ya el primer dilatador, incluso en tratamientos a distancia e ir avanzando con ayuda de la terapeuta, del Cuaderno de la Vaginista, de las madrinas, o simplemente con el libro El Silencio Pélvico.

Vaginismos sin prisa por terminar

Al lado de tratamientos que duran mes y medio o dos meses, aunque puede parecer raro, hay mujeres que eternizan el tratamiento, alargando el tiempo entre sesiones o no haciendo el entrenamiento diario, como se les sugiere.  El problema es que se cansan de hacerlo durante tanto tiempo, porque cuentan los meses desde que empezaron.  La realidad es que ha habido pocas sesiones, poca dedicación y que no ha sido su prioridad.  Claro está que en ocasiones es porque han surgido impedimentos importantes que han requerido su atención, bien sea de índole familiar, de salud o por temas profesionales. Pero las hay que se comportan así sin motivos aparentes.  Puede ser por pereza o porque no les gusta dedicar tiempo a su problema.

Sea cual sea tu perfil, lo importante es avanzar, no quedarte en un punto sin salida.  Cree en ti, cree en la experiencia, cree en los testimonios.