Generalmente cuando una mujer comienza el tratamiento del vaginismo, puede ir más o menos lenta, pero en pocos días puede ya ver resultados, como por ejemplo poderse introducir algún dilatador o avanzar con el tema del dedo. En cambio, a algunas les resulta casi imposible hacerlo solas y esos inicios se transforman en una gran dificultad. Si esto sucede seguramente es que existe una especie de fobia y la podemos diagnosticar por una serie de signos:

.-Temblor en las piernas antes de comenzar a entrenar.

.-Tensión muscular generalizada.

.-Tirar la cabeza y los hombros hacia atrás.

.-Ansiedad.

.-Dificultad para acercar la mano a la vulva.

.-Imposibilidad de acercar el dedo a la entrada de la vagina.

.-Imposibilidad de introducir ni siquiera el primer dilatador, por diminuto que sea.

.-Angustia por mirarse o tocarse.

.-Mareo o nauseas.

.-Aceleración cardíaca.

.-Asco hacia los genitales.

Y así podríamos añadir algún signo más que no deja comenzar el tratamiento. Puede ser que también se tenga fobia a sacarse sangre, a ir al dentista, al oftalmólogo para poner lentillas, o ir en ascensor, en avión, acercarse a un perro, conducir un coche o a otras situaciones.  Lo que sucede es que esa reacción es irracional, da lo mismo que se digan antes “no pasa nada”, el cuerpo reacciona de manera involuntaria y no permite rectificación.

¿Qué se puede hacer ante esto? Pues solo hay una manera y es EXPONERSE. Pequeños acercamientos al objetivo, de manera lenta y gradual, conseguirán que, de una manera progresiva, cada vez sea más fácil conseguir aquello que antes no se podía hacer. No nos queda otra. Importantísimo saberlo, creerlo y hacerlo. Vamos a poner ejemplos en el caso del tratamiento del vaginismo.

Ante todo, van a quedar prohibidas una serie de cosas como, por ejemplo, darse lástima a una misma, dejar para mañana el entrenamiento, creer que no nos va a funcionar, demorar el comienzo o alargarlo en el tiempo.  Voy a poner unos ejemplos al respecto, que me suelen decir mis pacientes con este problema. “La primera semana la dediqué a mirarme con el espejo solamente, para no agobiarme” “He estado quince días poniendo aceite por fuera de la vulva, para acostumbrarme” “No puedo poner el dedo ni en la entrada por fuera, me tenso toda y empiezo a pasarlo mal” “No puedo introducir absolutamente nada del primer dilatador, tengo una pared” “Hace un mes que empecé y no he podido conseguir hacer nada, no sé qué me pasa, igual lo mío es diferente” “El cuerpo empieza a temblarme simplemente estando acostada y este estado no me deja separar las piernas”

Estas serían algunas de las cosas que suceden cuando hay una fobia. Y como decía antes, solo se podrá solucionar con aproximaciones.  Siempre les pongo el mismo ejemplo: Si tienes fobia a los perros, el psicólogo empezará poniéndote la fotografía de un perro muy lejos y poco a poco irá acercando la imagen, hasta convertirla en real y que puedas estar cerca sin que te cause demasiado rechazo.  Así que vamos a resignificarlo con tu tratamiento de vaginismo.  Ya sabemos que sientes rechazo hacia tu cuerpo, sobre todo a tu zona genital, que no puedes tocarte, ni mirarte, ni introducir un poco tu dedo, ni un pequeño dilatador.  ¿Cómo sería pues esa exposición tuya, ese acercamiento progresivo?

Lo primero es tomar la decisión por tu parte de trabajar cada día, sin excusas, dedicando de media hora a una hora como mínimo, con ganas.  Lo primero siempre será hacer respiraciones que te lleven a bajar el ritmo cardíaco y el estado de alerta que precede a tu trabajo. Toma el aire en 4 tiempos y sácalo en 8, verás como unos minutos así, logran centrarte un poco más. Así que recuerda, antes de cada exposición, respira con método.

Exponte a mirarte. Puedes empezar haciéndolo durante unos pocos minutos la primera vez, superando el rechazo inicial respirando y procurando recordar cual es tu objetivo. Todo suma y todo resta, así que si aguantas unos segundos más sin retirar el espejo o desviar la vista, eso que habrás logrado. Adopta esa imagen de tu cuerpo, es tu vulva, única y diferente a las otras, debes llegar a amarla como cualquier otra parte de tu cuerpo. Un poco cada día, sin prisa, pero sin pausa.  Puedes hacerlo durante unos días, pero te aconsejo que a la que puedas, le unas algo más de acción.

Exponte a tocarte. Ya conoces tu vulva visualmente un poco más, así que delante también del espejo, con la mano separa los labios mayores y menores, investiga dónde puede estar esa entrada de tu vagina, nota las sensaciones que te producen tus dedos.  Si esto te causa malestar, repítelo durante algunas sesiones, que pueden ser en el mismo día, no hace falta aparcarlo hasta el día siguiente.  Recuerda, trabaja un poco en cada sesión.

Exponte a hidratarte.  La hidratación es una parte muy importante del tratamiento, así que ahora ya puedes ponerte aceite en los dedos y masajear esa vulva que ya conoces, el clítoris, los labios y el periné. Un masaje suave pero continuado, buscando recovecos de tu anatomía y apreciando esas sensaciones, que si en un principio te angustian, recuerda que si resistes un poco más cada día, conseguirás hacerlo durante un buen rato, para completar el entrenamiento y dar lugar a los siguientes pasos.

Exponte a introducir el dedo.  Quizás sea uno de los apartados que más te puede costar, pero recuerda que si lo intentas un poco cada día, lo puedes llegar a conseguir.  No tires la toalla si durante cinco días seguidos no lo consigues, sigue y sigue. Primero el dedo donde intuyes que está la entrada, quieto, simplemente así para que tu cuerpo lo vaya aceptando y poco a poco puede ir adentrándose.

Exponte a introducir un dilatador.  Muchas veces es más fácil encontrar la entrada con el dilatador y dejarlo allí. Primero puedes dar pequeños toques con la punta en los alrededores de lo que creas que es la entrada, simplemente a modo de conocimiento del terreno. Y te quedas ahí, sin hacer nada más. Y a la que puedas, decídete a intentar que entre un poco. Generalmente el éxito está en encontrar la dirección, pero no te preocupes, todo llega. 

Exponte a usar una bala vibradora.  Es una gran ayuda para cuando hay esa dificultad inicial.  La vibración adormece un poco primero la piel y luego el anillo de la entrada, dando lugar así a una desensibilización. Puede ser que al principio solo quieras tenerla por fuera e irte acostumbrando.  Es una buena idea. No te frenes a algo que desconoces.

Recuerda que si tienes una fobia y todo te está costando mucho, tanto comenzar como creer que a lo mejor no lo vas a conseguir, el secreto está en exponerte poco a poco, sesión a sesión, pero avanzando, trabajando a diario y más de una vez. Es algo que solo vas a poder solucionarlo tú sola. Te podemos guiar, animar, darte recursos, testimonios, pero la única que va a poder superar este miedo irracional, eres tú.  Confía en ti y en nuestra experiencia. Haz caso y EXPONTE. Ánimo y a por la victoria.