Lo he visto muchas veces ya en la segunda sesión sea presencial o bien online. Me estoy refiriendo a los miedos, que pueden venir por creencias que la paciente tiene o por una baja autoestima. ¿Cómo se manifiestan en el vaginismo esos miedos? Se asoman al intentar entrar en acción y lo que sucede es que no dejan avanzar.  Por ejemplo “No he podido hacer en casa lo que hice aquí contigo” (Puede ser ponerse el dedo o introducir un dilatador).  Y cuando indagas el por qué, te contestan “tengo miedo de hacerme daño” “no sé si me lo voy a poner en el sitio correcto” “la mano se queda en la entrada y no puedo continuar”.  Es decir, que se paraliza ante la acción.

Para mí lo importante, en primer lugar, es que tengan una buena información, capaz de desmontar sus miedos en cuanto a los errores anatómicos, como por ejemplo que hay una sola entrada y una sola dirección, así que no se pueden equivocar. ¿Cómo lo hacemos? Con información escrita, ilustraciones, con el espejo y una vez que se puede introducir algo ya en la consulta, explicamos su dirección, así como la trayectoria.  Es un error muy frecuente ver como la mano de la paciente mientras introduce un dilatador, está inclinada con la punta hacia abajo, lo que nos indica que va a chocar con la pared de abajo y no podrá deslizarse. Simplemente cambiando el plano de la muñeca para que la mano quede recta, encontrará la dirección adecuada y aprenderá a hacerlo. Algo que también ayuda a desmontar imaginaciones falsas, es explicar que la vagina es como un túnel sin más caminos, o sea que no hay la posibilidad de confundir la ruta a seguir. Es importante acompañar en los miedos, por lo menos y de entrada, aquellos que son obvios y racionales. Las madrinas, aquellas mujeres que ayudan con su testimonio, también se encargarán de animar a seguir, con su historia personal.

En segundo lugar, se trata de exponerse. Para mí es la fórmula mágica, de manera que cada una de las veces que se acercan al miedo de hacer algo, como puede ser ponerse la primera falange del dedo en la entrada, valoren la molestia del 1 al 10, para constatar que va bajando hasta llegar a hacerse imperceptible. Son tantas las mujeres que me han dicho ”¡No me molesta ya nada mi masaje.  ¡Pensar que el primer día no lo podía soportar! ¿cómo lo hacemos? En el Cuaderno de la vaginista, la guía que publiqué hace pocos meses y entrego al comenzar el tratamiento, invita a llevar ese diario con las valoraciones tanto físicas como emocionales y también a premiarse tras los logros. Es bueno anotar frases visibles por la casa, que para cada paciente pueden tener un significado potente, por ejemplo, me han dicho que estas les han sido de gran ayuda: La vagina es un túnel. Si tienes miedo, hazlo con miedo. El miedo es solo miedo. Lo mejor del pasado es que ya ha pasado. Si has ido al mar para ver el horizonte, no sigas el vuelo de la gaviota. No corres peligro, estás a salvo.

Se puede revisar la motivación a menudo ¿para qué quiero curarme? No por qué, sino para qué, y valorar cada día los resultados que se obtendrán gracias al esfuerzo personal.

El tercer punto importante es tener presente aquellas cosas que nos han costado hacer en nuestra vida y que hemos hecho bien. Si pudimos hacerlas, esta vez también podremos.

Y si a pesar de todo esto siguen los miedos irracionales, nos podemos centrar en ellos.  Suele pasar que tiemblen las piernas, que haya una gran tensión generalizada en todo el cuerpo, que se acelere el corazón… así que cuando identifiques cómo se manifiesta el miedo, recuerda que es solo una sensación corporal, que no te vas a morir por ello. Lo puedes normalizar como una simple emoción incómoda y pasajera. Es conveniente relajarse (de verdad, no solo pensarlo sino hacerlo) con respiraciones, visualizaciones, música, con lo que de mejor resultado.

Podemos afrontar los miedos como una oportunidad para crecer, mira a tu miedo como si fuera un maestro.  Imagina lo que sentirás cuando los superes. Seguramente, a lo largo de la vida, vamos a experimentar algunos miedos, aunque es cierto que hay personas más vulnerables y otras más lanzadas, pero miedo lo tenemos todos en algún momento. Se trata de trascender los miedos. Somos mucho más grandes que los miedos construidos por la mente, no les demos tanto protagonismo. ¿Te imaginas cómo te sentirás cuando te hayas librado de los miedos? Pero la única manera de vencerlo, es afrontarlo.

Así que mi fórmula mágica es:

.-Infórmate bien de la anatomía y fisiología de tu cuerpo.

.- rabaja cada día haciendo el entrenamiento: relajación, visualización, ejercicios de Kegel incidiendo en aflojar, hidratación, masaje con la primera falange del dedo pulgar y dilatación con dilatadores y/o vibrador.

.-Si te bloqueas, pide ayuda a tu terapeuta y a las madrinas.

.- Anota tus valoraciones de logros y sensaciones cada día.

.-Recuerda que lo haces por ti, por tu salud y por tu libertad.

¡Permítete crecer!  No abandones tus sueños.  No te vayas del tratamiento, porque volverás a él años después y sentirás de veras el lapsus de tiempo perdido.  Adelante y con fuerza, tú puedes.