He podido comprobar que muchas mujeres se protegen tanto de sí mismas, que no pueden avanzar en el entrenamiento. ¿A qué me refiero? Son pequeñas cosas, o palabras, que me llevan siempre al mismo lugar, al de “estoy estancada”. Con los años, detecto enseguida este “estar con una misma” y es algo que me pone en alerta para actuar lo más rápido posible, ya que mis pacientes no se dan cuenta del riesgo que corren. Llamo riesgo a dejar el tratamiento, ralentizarlo, o que la desconfianza se aposente, o abandonarse a la huida.   Y a pesar de que a lo mejor se es muy joven y quedan años por delante, todo el tiempo perdido pesa mucho y en ocasiones puede cambiar radicalmente la vida de la persona, a nivel de relaciones y de salud sobretodo. 

Me pongo en modo alerta cuando escucho ciertas frases de mis pacientes: ¿Qué tal te ha ido esta semana? – pregunto

 “Hay días que estoy muy cansada y no tengo ganas de pasarlo mal, y no entreno”

“Creo que no debo forzarme, que las cosas han de suceder de manera más natural”

“Me dijeron en alguna ocasión que, si siento dolor, lo deje de hacer y eso es lo que hago”

“He estado tantos años así que ahora no debo tener prisa, entreno si me apetece”

Vamos a analizar frase por frase. Como preámbulo debemos tener claro que estas mujeres piden ayuda desesperadas, que tienen muchos testimonios a favor de que el tratamiento funciona y que se ponen en marcha para poder solucionarlo. Dicho esto, podemos ver en muchísimos casos que una vez comienzan el entrenamiento, se ponen las pilas y no paran hasta haberlo conseguido.  Por eso cuando aparecen esos otros perfiles, que enlentecen ellas mismas los resultados, es cuando me pongo muy alerta. Está claro que no todo el mundo es igual, que las hay con más carga de energía, otras más rápidas en todo y están las que tienen prisa y las que no la tienen. Tienen prisa las que quieren ser madres y su edad está un poco al límite, las que desean hacerse una inseminación in vitro y no pueden debido a su vaginismo, las que temen perder a su pareja por su problema y así podríamos encontrar otros casos de urgencias para solucionarlo de manera rápida.  Y las hay que no tienen una prisa apremiante, pero que en realidad cuando contactan para pedir información sobre el tratamiento, la lectura de su correo da a entender, que quieren solucionarlo.  Y mientras unas van a galope, ganando pasos a diario, hay algunas que responden de estas maneras que hemos visto unas líneas más arriba.  El sentido común y la experiencia nos ha hecho ver que la tenacidad y la práctica, mueven montañas. ¿Qué pasa entonces para que respondan así?

“Hay días que estoy muy cansada y no tengo ganas de pasarlo mal, y no entreno” Según esta respuesta podemos ver varias cosas, que el estar cansada no permite entrenar y que lo pasa mal entrenando. Cuando hay necesidad de conseguir un objetivo, el cansancio no es un problema, a menos que de manera puntual sea extremo.  La motivación suele superar ese cansancio al final del día, para avanzar en lo que se desea. Por otro lado, esa segunda parte de la frase de no querer pasarlo mal, nos lleva a preguntarnos el por qué ¿por qué lo pasa mal?  Mientras las hay que dicen esperar ese momento del día para dedicarse a ellas, para aprender de su cuerpo, también. Quizás haya algo que no se está haciendo bien o que simplemente no se hace. Nos tenemos que preguntar que, si alguien no ejercita, no estudia o no practica cualquier cosa en la que se precisan estas actitudes, los resultados serán nulos.  Y en el fondo lo saben.  Nos preguntamos si todas las mujeres que dicen desear solucionar su problema, en realidad están dispuestas a sobrellevar los entrenamientos o hay alguna otra causa.

“Creo que no debo forzarme, que las cosas han de suceder de manera más natural” En esta frase podemos apreciar que, puede ser que haya una creencia de que el vaginismo no se gana a base de esfuerzo, ya que algunas mujeres no tienen ese problema.  O bien que hay una indolencia para tratar el problema a base del esfuerzo único y personal. Si hay deseos de superación, debe haber entereza para practicar hasta el fin.

“Me dijeron en alguna ocasión que, si siento dolor, lo deje de hacer y eso es lo que hago” Algunos terapeutas pueden haber dicho esto o algunas mujeres pueden haberlo entendido así. Lo que es cierto es que, si vas al gimnasio, no siempre te has de detener ante la más mínima molestia, lo ideal es seguir un poco más allá, para ir ganando aceptación, recorrido articular y aumento muscular. Evidentemente que no debemos forzar al máximo nuestros límites, pero sí aumentar de manera progresiva nuestro esfuerzo. De todas maneras, es cierto que los umbrales de las sensaciones son diferentes en cada persona, pero para mí, es imprescindible ir barriendo de la mente la palabra “dolor” y pasar a “molestia”.

“He estado tantos años así que ahora no debo tener prisa, entreno si me apetece” De nuevo estamos ante un bloqueo personal, excusándose en algo que le va bien, para sentirse cómoda sin entrenar ni avanzar. Es una lástima quedarse en este punto ya que es tan fácil superar el vaginismo con un poco de esfuerzo personal y la guía de la terapeuta, que estos retrasos son totalmente innecesarios.

Mi consejo siempre es la superación, a base de disciplina a servicio de la ilusión.