Si pensamos en la construcción de una casa, visualizaríamos primero los cimientos ¿verdad? Sin una buena base, no se va a edificar.  Pues sucede lo mismo con el tratamiento del vaginismo, primero hay que acomodar esa entrada, que después nos va a permitir trabajar el resto de parámetros, como son la dilatación y la relajación de las contracturas.  Es imposible establecer un buen tratamiento sin esa base y no todo el mundo la empieza bien.

No sé cúantas veces he hablado de este tema, pero parece ser muy resistente, ya que no se tiene en cuenta. En muchas ocasiones, cuando ls pacientes me comentan su trabajo diario, sospecho que no se realiza correctamente el masaje y algunas de las ocasiones que me inspiran esta desconfianza. serían estas:

  • No se puede introducir el primer dilatador.
  • Se nota escozor y ardor en la entrada, después de muchos días desde el inicio.
  • Se tarda mucho rato en introducir un dilatador y en sacarlo.
  • No se avanza en el tratamiento.

Con estos datos, todos o algunos, me pongo en método reserva, con la sospecha de que, de nuevo se trata en ese masaje no entendido, mal hecho o mal interpretado.

Así que repasemos los pasos a seguir para que todo fluya, como se espera. Sé que lo he dicho muchas veces, pero pienso que quizás algún día, a fuerza de repetirlo, se entienda. En primer lugar, el uso del espejo ampliará el conocimiento del propio cuerpo y será una ventana abierta a la intimidad, que no siempre es suficientemente conocida.  Buscar también visualmente esa entrada y ver cómo se va ampliando, será un dato muy gratificante a la vez que favorecedor.

Poner aceite por toda la vulva, separando labios y sintiendo la textura, nos ayudará después a bajar a la entrada para comenzar el masaje. Este masaje debe hacerse con la yema del dedo, en forma de media luna, haciendo presión como si tocáramos una tecla de piano en el centro de la entrada también.  Debe ser contundente, no tanto como una caricia, sino con la intención de quitar contracturas y de expandir. Pero aquí está uno de los mayores problemas, cuando decimos que se debe practicar con el dedo pulgar, con la yema del dedo pulgar. Casi siempre las pacientes responden que no les es cómodo y que lo hacen con el índice o el dedo del medio, esto en el mejor de los casos, o bien que directamente no lo hacen porque no les gusta y se masajean con la punta del dilatador pequeño. Cuando les pregunto ¿te hidratas? me dicen que sí y si indago más, veo que se refieren a esparcir aceite por toda la vulva. Y aunque eso está bien, hidratar la vulva, cuando hablamos de hidratar la entrada de la vagina, nos referimos a algo mucho más puntual, específico, concreto y mucho más importante para nuestros logros.

Vamos a aclarar ideas, diciendo que la disposición de los dedos en nuestra mano colocada horizontalmente, solo permite al pulgar la maniobra de entrar con la yema del dedo (solo debe entrar la yema) y presionar para masajear, en forma de media luna o pulsar en el centro como si tocáramos una tecla del piano. Si se hace con cualquier otro dedo, se va a colocar la mano vertical y se hará el masaje con la uña. Así que queda totalmente descartada esa postura y cualquier otro dedo, aunque a priori pueda parecer más cómodo. Y sobre todo hay que poner aceite hidratante, una o dos veces al día, un aceite que nos guste, que nos siente bien.

Podríamos hacernos unas preguntas después del masaje:

¿He sentido el interior, con rugosidades? Esto a veces no se entiende o se malinterpreta, pero es normal, nuestro interior es así y a base de palparlo, nos acostumbramos. ¿Noto la molestia de la entrada? Es decir que, si lo hacemos superficialmente, no notamos molestia, pero al adentrarnos, sí y eso quiere decir que estamos en el lugar adecuado. ¿Escuece al principio? Es debido a que nunca lo hemos hidratado adecuadamente, porque no estábamos en el sitio requerido. Otro tipo de molestia ¿Llega mi mano? Puede ser que estemos con las piernas muy estiradas, sin doblar y sin llevarnos la pelvis hacia arriba y hacia atrás.  Todo tiene una explicación que contesta a la incomodidad de algo que no se acaba de entender y que no se ha practicado lo suficiente.

Las pacientes, en cuanto entienden y ejecutan estos pasos, ven la rapidez con la que pueden continuar y resolver su problema, consiguiendo el objetivo en poquísimo tiempo.

El masaje en la entrada: por qué lo odias y por qué es imprescindibleEl masaje en la entrada: por qué lo odias y por qué es imprescindible

El vaginismo se manifiesta sobre todo en la entrada de la vagina, como una imposibilidad de penetración y a medida que se va trabajando el tejido y la musculatura, la apertura se va haciendo mayor y más cómoda. Por eso todas las pacientes dicen que su problema está en la entrada, siendo este paso el que más les cuesta generalmente. También sienten una sensación molesta al intentar, las primeras veces, tocar siquiera un poco esa parte de su cuerpo, por lo cual y todo junto, resulta ser un ejercicio que intentan omitir o lo hacen muy superficialmente. Pero si supieran lo importante que es, precisamente ese trabajo, el de masajear, presionar, ablandar, descontracturar y flexibilizar la entrada de la vagina, le pondrían tanto empeño como lo hacen por ejemplo con los dilatadores, para ir superando tamaños.

Si pensamos en la construcción de una casa, visualizaríamos primero los cimientos ¿verdad? Sin una buena base, no se va a edificar.  Pues sucede lo mismo con el tratamiento del vaginismo, primero hay que acomodar esa entrada, que después nos va a permitir trabajar el resto de parámetros, como son la dilatación y la relajación de las contracturas.  Es imposible establecer un buen tratamiento sin esa base y no todo el mundo la empieza bien.

No sé cúantas veces he hablado de este tema, pero parece ser muy resistente, ya que no se tiene en cuenta. En muchas ocasiones, cuando ls pacientes me comentan su trabajo diario, sospecho que no se realiza correctamente el masaje y algunas de las ocasiones que me inspiran esta desconfianza. serían estas:

  • No se puede introducir el primer dilatador.
  • Se nota escozor y ardor en la entrada, después de muchos días desde el inicio.
  • Se tarda mucho rato en introducir un dilatador y en sacarlo.
  • No se avanza en el tratamiento.

Con estos datos, todos o algunos, me pongo en método reserva, con la sospecha de que, de nuevo se trata en ese masaje no entendido, mal hecho o mal interpretado.

Así que repasemos los pasos a seguir para que todo fluya, como se espera. Sé que lo he dicho muchas veces, pero pienso que quizás algún día, a fuerza de repetirlo, se entienda. En primer lugar, el uso del espejo ampliará el conocimiento del propio cuerpo y será una ventana abierta a la intimidad, que no siempre es suficientemente conocida.  Buscar también visualmente esa entrada y ver cómo se va ampliando, será un dato muy gratificante a la vez que favorecedor.

Poner aceite por toda la vulva, separando labios y sintiendo la textura, nos ayudará después a bajar a la entrada para comenzar el masaje. Este masaje debe hacerse con la yema del dedo, en forma de media luna, haciendo presión como si tocáramos una tecla de piano en el centro de la entrada también.  Debe ser contundente, no tanto como una caricia, sino con la intención de quitar contracturas y de expandir. Pero aquí está uno de los mayores problemas, cuando decimos que se debe practicar con el dedo pulgar, con la yema del dedo pulgar. Casi siempre las pacientes responden que no les es cómodo y que lo hacen con el índice o el dedo del medio, esto en el mejor de los casos, o bien que directamente no lo hacen porque no les gusta y se masajean con la punta del dilatador pequeño. Cuando les pregunto ¿te hidratas? me dicen que sí y si indago más, veo que se refieren a esparcir aceite por toda la vulva. Y aunque eso está bien, hidratar la vulva, cuando hablamos de hidratar la entrada de la vagina, nos referimos a algo mucho más puntual, específico, concreto y mucho más importante para nuestros logros.

Vamos a aclarar ideas, diciendo que la disposición de los dedos en nuestra mano colocada horizontalmente, solo permite al pulgar la maniobra de entrar con la yema del dedo (solo debe entrar la yema) y presionar para masajear, en forma de media luna o pulsar en el centro como si tocáramos una tecla del piano. Si se hace con cualquier otro dedo, se va a colocar la mano vertical y se hará el masaje con la uña. Así que queda totalmente descartada esa postura y cualquier otro dedo, aunque a priori pueda parecer más cómodo. Y sobre todo hay que poner aceite hidratante, una o dos veces al día, un aceite que nos guste, que nos siente bien.

Podríamos hacernos unas preguntas después del masaje:

¿He sentido el interior, con rugosidades? Esto a veces no se entiende o se malinterpreta, pero es normal, nuestro interior es así y a base de palparlo, nos acostumbramos. ¿Noto la molestia de la entrada? Es decir que, si lo hacemos superficialmente, no notamos molestia, pero al adentrarnos, sí y eso quiere decir que estamos en el lugar adecuado. ¿Escuece al principio? Es debido a que nunca lo hemos hidratado adecuadamente, porque no estábamos en el sitio requerido. Otro tipo de molestia ¿Llega mi mano? Puede ser que estemos con las piernas muy estiradas, sin doblar y sin llevarnos la pelvis hacia arriba y hacia atrás.  Todo tiene una explicación que contesta a la incomodidad de algo que no se acaba de entender y que no se ha practicado lo suficiente.

Las pacientes, en cuanto entienden y ejecutan estos pasos, ven la rapidez con la que pueden continuar y resolver su problema, consiguiendo el objetivo en poquísimo tiempo.