Para mí, es algo habitual escuchar que alguien diga que no ha podido tener penetración, a una edad en la que se supone que tendría que haber sucedido de forma normal. Hace poco les pregunté a unos amigos cual sería para ellos la edad límite de una mujer sin haber podido tener una penetración, que podrían entender como algo creíble para ellos.  Las respuestas fueron de lo más dispares, mientras unos argumentaban que a los 40 era más que demasiado, otros hablaban de los 30.  Eso sí, ninguno podía entender que una mujer de 58 años, casada 30 años, pudiera permanecer intacta.

Al hablar con una mujer que presenta este perfil, podemos ver que las búsquedas y las soluciones se pueden dilatar en el tiempo, aunque parezca difícil de creer. Vamos a resumir esta historia de una mujer de 58 años, que nunca pudo conseguir una penetración o hacerse una revisión ginecológica completa. Todo comenzó a los 14 años con la imposibilidad de ponerse un tampón.  Al principio, la muchacha pensó que el problema era su juventud e inexperiencia. 

He preferido resumirlo de esta manera, sin recurrir a la narración, porque creo que cada paso es más evidente.

  • Primer tampón a los 14 años: imposibilidad de ponérselo, pero no desconfía dada su edad e inexperiencia. Finalmente desiste con el tiempo, deja de intentarlo, piensa que simplemente no le gusta y abandona la idea
  • Primer intento de relación con penetración a los 18 años. No puede tener penetración, es como si tuviera una pared.  Cree que a lo mejor no está suficientemente enamorada.
  • Las parejas posteriores iban desapareciendo al ver que ella no podía tener sexo con penetración. Continuaba pensando que no estaba lo suficientemente atraída por la persona.
  • A los 30 años conoce al que será su marido y las cosas siguen igual, no pueden tener penetración. Al principio, lo intentan recurridamente, pero ante la imposibilidad y las frustraciones acumuladas, pasan tiempo sin buscar más soluciones. Eso no significa que no las hubieran buscado, sino que nadie les pudo ayudar.
  • Visita a un ginecólogo a los 33 y él le dice que todo está OK que vaya a una terapia psicológica. En alguna ocasión hemos hablado de esa frase de “todo está ok” y me sigo preguntando por qué lo dicen si no pueden explorar absolutamente nada, solo por fuera. Hace un año de tratamiento con una psicóloga, pero no consigue su objetivo.
  • La pareja se adapta a una sexualidad sin penetración, llegando a sentirse bien de esta manera, sin querer pensar en nada más, ya que evitan la frustración porque creen que no vale la pena, que no lo van a conseguir
  • Los años pasan y el marido cae en una adicción, lo cual se prioriza ante todo lo demás. En el fondo él la culpabiliza, debido a su afección de vaginismo. Pasan unos cuantos años con este problema, acudiendo a psicólogos por el problema
  • En esos años, Intenta acudir de nuevo al ginecólogo para hacerse una revisión y no consigue poder hacérsela.
  • La pareja se distancia, sin separarse, pero no tienen demasiados nexos de unión.
  • Ella programa un tratamiento intensivo en Barcelona para tratar su afección, aprovechando un curso de verano de mes y medio.
  • Se pone en contacto conmigo, acude al intensivo, sin haberle dicho nada de ello a su marido.
  • Va a visitarle tres días, a mitad del curso y de nuestro tratamiento y a pesar de que teníamos planeado que hablaran, no pudo contarle nada, porque tenía a un familiar muy cercano, gravemente enfermo, ingresado en el hospital y tuvo que permanecer allí. La idea inicial era la de hablar con su marido, contarle que además del curso profesional, estaba haciendo el tratamiento del vaginismo y solicitar su colaboración con el tratamiento esos días.
  • Terminamos el intensivo, ella regresa a su casa con la recomendación de iniciar la penetración, ya que está preparada para ello.

Con esta historia tan auténtica, tan literal, no podemos olvidar esas cosas que la gente tanto duda, al conocer historias como estas.

1.-Ella no tenía ningún trauma psicológico.

2.-Estuvo prácticamente toda su vida buscando soluciones, que nunca encontró. Es decir que no aparcó el problema.

3.-Su afección, además de todo lo que imposibilitó (revisiones, coito y ser madre) la hirió en su día a día, con una baja autoestima, culpabilidad y con una fuerte sensación de fracaso, incluso en todos los ámbitos de su vida.

Toda esta amargura, se debe a

  1. Falta de información en la pubertad. Aquí deberíamos hablar también de creencias culturales y religiosas. 
  2. Falta de información de los profesionales de la salud. Aún encontramos a ginecólogos que solo derivan a psicólogos.
  3. Falta de divulgación del vaginismo y su tratamiento a nivel social. Y en este apartado sería muy necesario que las mujeres contaran su problema, lo explicaran en su entorno.

Tratar y curar el vaginismo es muy fácil, así que las mujeres no se merecen estar 58 años con este lastre.