El deseo, es muy importante para conseguir tus objetivos, ahora bien, puede pasar que, aun teniendo muchas ganas de solucionar el problema, la realidad sea que no estás trabajando todo lo que querías. ¿Cómo puede ser eso? Parece imposible ¿verdad? Pero si analizamos todo lo que se necesita para que la máquina se ponga en marcha, podremos entender esos altibajos.
Para llegar a tener un hábito o rutina diaria, antes hace falta haber construido un gran armazón, como si de una casa se tratara y empezáramos por la base, por los cimientos. La mayoría de las veces no somos conscientes de ello, pero antes de llegar a la rutina, hace falta que nuestra mente haya pasado por unos pasos muy concretos y para que un objetivo sea realizable, debemos primero formularlo bien. El primer eslabón sería responder a ¿Para qué lo quiero? ¿Para qué lo necesito? ¿Cuándo quiero conseguirlo? Y sobre todo lo vamos a formularlo en positivo “quiero librarme del vaginismo” en vez de “no quiero tener vaginismo” o “no quiero estar así” por ejemplo.
Vamos a suponer que la motivación es muy fuerte, debido por ejemplo a la necesidad (quieres ser madre, has conocido a alguien y no quieres que suceda lo mismo que otras veces, tienes algún problema ginecológico y necesitas hacerte unan revisión) Hasta aquí, una vez bien formulado el objetivo y con un deseo, nacido de probablemente de una necesidad, parece muy claro que te deberías poner a trabajar a diario con el tratamiento. Y sin embargo puede pasar que no lo hagas así. Revisemos y reflexionemos.
Por un lado, tenemos una buena motivación, unos grandes deseos de solucionarlo y una necesidad imperiosa para lograrlo. ¿Qué podría ir en contra de todo ello? Te lo voy a explicar.
1.- No haber dado con el tratamiento adecuado. La fluidez en el tratamiento depende, en parte, de que te sientas cómoda, tanto con la terapeuta, como con los ejercicios a realizar. Si algo te cuesta o no te gusta, debes comentarlo e intentar superar esa sensación. Lo mismo será con el tiempo que le dedicas, si has escogido bien tus horarios, por ejemplo.
2.- Tener creencias limitantes que te frenan a la hora de actuar. En algunos casos, las creencias negativas sobre una misma pueden hacer que no se tenga el empuje, la decisión y la valentía para actuar. Frases como “a mi no me sale nunca nada bien” “no podré hacerlo” “seguro que las demás pueden, pero yo no”. Esas palabras repetidas en la cabeza pueden llegar a ser un lastre muy importante, que no deja avanzar.
3.-No tener pareja. Muchas mujeres que no tienen pareja no creen que sea tan urgente solucionarlo, ya que no podrán practicar ni compartir con alguien sus avances. Cuando en realidad se debe hacer por una misma, ante todo por salud. reflexiona para qué quieres sanar ¿para otro? ¿para ti?
4.- Tener una personalidad insegura. ¿Eres de las que nunca sabe si hacer una cosa o no? ¿Te cuesta tomar decisiones? ¿Aplazas lo que debes hacer? Hay gente que, en vez de lanzarse a obtener su sueño, no toma decisiones firmes y se deja llevar por las circunstancias del momento. Hay que tener muy claro lo que se quiere y dar prioridad al entrenamiento.
Pues bien, todo esto es importante para llegar a tener una buena rutina de trabajo. Que los cimientos del objetivo sean firmes, que no se tambaleen, porque no solo es necesario querer conseguirlo. Si has identificado en ti, alguna de las anteriores reflexiones, te será mucho más fácil remediar la falta de rutina en tu entrenamiento. Y este sería el resumen que deberías aprenderte.
Resumen:
Formular bien el objetivo. Ponerse metas pequeñas y renovarlas.
Poner fecha de caducidad a tu afección. ¿Qué cómo lo vas a saber? Date un pequeño margen y anota esa fecha que para ti sea importante por algún motivo.
Contar con buena información y apoyo de terapeuta, madrina y/o grupo. Ampárate de la seguridad que da la buena información y aprovecha el contacto con el grupo de apoyo.
Disfrutar de la rutina de entrenamiento. Si vives el trabajo diario como un castigo, no tendrás la energía necesaria. En cambio, disfruta de ese espacio para ti, para conocer tu cuerpo y para superarte. Vívelo como una oportunidad de aprendizaje también para el futuro.
Darse cuenta de las creencias limitantes y erradicarlas. Aunque no seas muy consciente, repasa alguna frase negativa que te haya rondado por la cabeza y trabaja la manera de desmontarla.
Al mínimo bloqueo, actúa o pide ayuda a la terapeuta. Si rompes el hábito, puede alargarse el parón y eso no te va a ayudar en nada.
No vivas tu afección como un castigo, muy al contrario, como una oportunidad.
Hacer exactamente lo que dice la guía. En el Cuaderno de la Vaginista, tienes toda la información para hacer tu trabajo diario con confianza, síguelo y también el orden establecido, no te saltes pasos ni los cambies de lugar.
Anotar los éxitos y compararlos cada semana. Prémiate cuando consigas esas pequeñas metas tan importantes como por ejemplo “Ya no me molesta tanto el masaje” “He conseguido ponerme el siguiente dilatador” “Me he puesto mi primer tampón” Todo ello es importante para que al cabo de unos días puedas comparar tu rutina.
Y ahora solo te faltaría encontrar el momento del día oportuno y si puede ser siempre el mismo. Es mucho mejor para entrenar, tener claro los mejores momentos para ti.
Con todo esto, nunca más vas a volver a ser perezosa. ¡Ya me lo dirás!
Y si algún día no has podido entrenar por l motivo que sea, por lo menos te sentirás bien haciendo eso que debes hacer cada día: EL MASAJE con aceite hidratante. ¿Te vas de fin de semana y no puedes llevarte el material? Pues con tu dedo y aceite, ya tienes cumplido una parte muy importante de tu rutina.