Cuando mis pacientes me dicen algo que he oído cientos de veces, deseo que sepan lo común que es.  Eso les hace bien, se sientes normales dentro de su supuesta rareza.  He querido recopilar esas sensaciones repetidas, esas mismas palabras escuchadas en la consulta, y lo quiero hacer porque estoy segura de que por una parte se van a sentir identificadas, las que son o han sido pacientes, y por otra parte las que no lo son, van a poder aprender de este complejo mundo del vaginismo.

En la primera visita, cuando pregunto sobre la historia personal en cuanto a profesionales consultados, suelen aparecer estas palabras

  • El ginecólogo me derivó al psicólogo.  Fui a un par de sesiones pero no volví, me di cuenta de que así no conseguiría curarme. No tengo nada mental.
  • Creo que voy a volver a fracasar, no me funcionan los tratamientos
  • Estoy muy nerviosa, tengo miedo al dolor
  • ¿Me vas a revisar?  Creí que hoy solo hablaríamos

A este primer encuentro acuden con sus miedos, de que sea de nuevo un tratamiento fallido, de sentir dolor en la exploración, de no conseguir ningún cambio. 

Cuando comienza la sesión y ven que ha podido entrar un dilatador pequeño

  • Nunca me había pasado esto ¿cómo es que aquí he podido?
  • No siento ninguna molestia ¡es magia! ¿Ha entrado?
  • Me cuesta más sacarlo que ponerlo
  • ¿Cuántas sesiones crees que voy a necesitar?

La experiencia de la terapeuta, conduce la sesión con la finalidad de conseguir los primeros logros, dando así seguridad y motivación a la paciente. Se atreven a preguntar por la duración del tratamiento para tener una idea de la dedicación que van a necesitar.  Y algo que siempre se repite también es lo que “cuesta casi más sacar el dilatador que ponerlo” y eso es debido al fuerte tono muscular que tienen.

Cuando aviso de que voy a intentar introducir mi dedo o lo consigo

  • Nunca pude, ni yo ni nadie
  • No me gusta nada esta sensación ¿puedes sacarlo por favor?
  • ¡Es una sensación muy rara!
  • ¿Notas el himen?
  • ¿Soy normal por dentro?

Suelen preferir más la entrada de un dilatador que la de un dedo, sea el suyo, el mío o el de la pareja. La textura de la carne y de la piel no es bien tolerada al principio, pero por suerte esa sensación va a desaparecer en poco tiempo. La preocupación sobre el himen también es algo frecuente, ya que muchas chicas achacan su vaginismo a tener un himen muy rígido. Desean que alguien les diga que su vagina es normal.

Cuando hemos terminado la primera sesión

  • No podía imaginar que hoy llegaríamos tan lejos
  • Creo que ha habido aquí como un milagro
  • No sé si seré capaz en casa de hacerlo sola
  • Entré muy nerviosa y salgo contentísima

Esta primera sesión es muy importante para que en casa se pueda entrenar sin dificultades y con la seguridad de poder hacerlo sin problemas. Suelen salir eufóricas y diferentes de cómo han entrado.

Cuando vienen a la segunda sesión

  • En casa me costó mucho ponerme el primer dilatador
  • No encuentro la entrada
  • Solo me cabe la punta del dilatador, como si hubiera un tope
  • El problema está en la entrada
  • No consigo introducir mi dedo, no sé qué me pasa, es superior a mí

Puede suceder que a solas en su casa no puedan repetir lo que hicieron en la primera sesión, acompañadas. Es bueno recordarles que si sucede me llamen o envíen un mail para no quedarse una semana con esa sensación de no estar consiguiendo casi nada. Falta práctica, nada más, tan sencillo como eso.

En los mails de seguimiento

  • Creo que he retrocedido
  • Me siento de bajón
  • Ayer me entraba el número dos y hoy no
  • No me puedo poner los dilatadores si no estoy excitada
  • Estoy supercontenta, ayer me pude poner mi primer tampón. Lo hemos celebrado

Estos correos pueden ir cargados de desánimo en algún momento, bien sea por la dificultad de trabajar antes de la regla, o por tener una infección de orina o de cándidas o al revés, ser un chorro de alegría por los avances importantes para ellas, como el tampón.  Lo importante es acompañarlas en cada momento.

A mitad del tratamiento

  • ¿Crees que me faltan muchas sesiones?
  • Antes, en casa, avanzaba de prisa ¿estoy estancada?
  • Siempre que entreno siento ganas de ir a hacer pipí
  • Me gusta venir a las sesiones porque aquí siempre avanzo

En este punto ya se desea terminar, todo y que se desarrolla de forma rápida, pero los últimos dilatadores cuestan más. No obstante, ambas somos conscientes de que pronto vamos a dejar de vernos, de tener nuestras charlas tan particulares.  También surgen preguntas respecto a sensaciones durante el entrenamiento.

Cuando estamos terminando el tratamiento

  • Me gustaría probar si puedo tener penetración ¿crees que podré?
  • Ya no me molesta en absoluto tu masaje profundo, ¡qué guai!
  • ¿Es normal que el último dilatador número tres no entre hasta el final?
  • Ya puedo poner mi dedo cada día en la entrada de la vagina, sin problemas.  Y dos y más

Suele surgir la pregunta de intentar el coito, bien sea porque se acerca un fin de semana especial, vacaciones, o simplemente por sentirse ya muy próxima al objetivo. Es un detalle que indica ya empoderamiento.  Los avances se viven de manera muy fuerte, comparándolos con los pequeños logros iniciales, bien sean los personales o los vividos en las sesiones.

Cuando se acerca el final

  • Estoy nerviosa, me entran los dilatadores, pero creo que el pene es otra cosa
  • ¿Y si cuando llega el momento no entra?
  • ¿Sabes que los martes echaré de menos venir aquí?
  • Ahora sí que veo la luz al final del túnel

Es normal que al llegar al final del camino surjan dudas sobre la capacidad de conseguir la penetración, pero la realidad ayuda a tener la seguridad necesaria para enfrentarse al siguiente paso: el coito.  Por otro lado, cuando durante un tiempo has estado dedicando tu energía a un objetivo, parece que al terminar queda un vacío importante. 

En la última sesión

  • Ahora veo clarísimo que esta era la única manera de solucionar mi vaginismo, así físicamente
  • Nunca imaginé que fuera tan corto
  • Mi vida ha cambiado
  • Quiero ayudar a todas las mujeres que lo sufren

Al hacer balance de lo conseguido, surge la valoración y el agradecimiento.