Después de muchos años de abanderar grupos de mujeres, de luchar por los privilegios femeninos, de trabajar para que se nos escuche y reconozca, ahora… echo mucho de menos a nuestros hombres. ¿Dónde están? Muchas de mis pacientes y amigas se quejan de que cuando se apuntan a actividades de ocio o de enriquecimiento personal, no hay ni un solo hombre. Y la verdad es que empieza a preocupar esta ausencia. ¿Por qué no están? ¿Hacen otras cosas? ¿No se animan a compartir espacios con un grupo de mujeres? Es una lástima tanta ausencia, porque su discurso puede ser muy interesante, ya que a pesar de que podamos no estar de acuerdo al cien por cien en algunas cosas, ese otro punto de vista nos puede hacer reflexionar o lo podemos aprovechar, ambas partes, para crecer juntos. Es un gran enriquecimiento para cualquier proyecto, el aporte de ambas visiones, la masculina y la femenina, lo digo totalmente convencida.
Estoy hablando de esos hombres jóvenes nuevos, los de ahora, que ya trabajan fuera y dentro de casa, que hacen de padres antes y después del horario laboral, que cocinan, lavan, estudian, acogen a sus amigos, se preocupan por la sexualidad de las mujeres, plantan cara al machismo, son sensibles, intuitivos, implicados en las causas.
Estoy hablando también de esos hombres maduros que han ido cambiando con el paso del tiempo, que se han reinventado, que han aprendido de errores pasados, que cada día quieren ser más auténticos, que disfrutan de la vida con honestidad, que aman a las mujeres de su entorno y se preocupan por la sexualidad femenina también.
Hemos hecho muchas bromas respecto a la manera de ser de los hombres, incluso subrayado hasta la saciedad, algunas de sus características masculinas, de la misma manera que ellos lo han hecho con nosotras, las mujeres. Pero personalmente necesito que nos encontremos en la misma sala de baile, con las mismas oportunidades, esas que nos harán libres a todos y a todas. Les quiero a mi lado, necesito escuchar sus puntos de vista, mirar cómo se mueven diferentes a nosotras, reír con ellos, sentir que hablamos el mismo idioma, aunque sea con otro léxico.
Con el paso de los años, he podido comprobar que cada vez más, las pacientes vienen acompañadas a la consulta, así que he conocido a muchas de las parejas de mujeres con vaginismo. Aunque sus perfiles pueden ser bastante variados, siempre desprenden un gran deseo, el de acompañar a esa mujer que con mucha fe, día a día, trabaja su objetivo. Se sientan a su lado mientras hablamos, escuchando atentamente, apoyando el resumen tanto inicial como semanal, o simplemente acompañando, cosa que tanto se agradece. Durante la sesión se acercan a la camilla, se interesan por los ejercicios e incluso quieren “aprender” para hacer mejor ese masaje especial en casa. Están implicados en dar a conocer al mundo, el vaginismo y su tratamiento, comentando casi siempre que hace falta más difusión, que no puede ser que haya tanto desconocimiento.
Muchos de ellos son los que me contactan primero, para conocer mi manera de abordar la afección y también para darme detalles de la historia personal de su pareja, es decir que son los primeros con los que entablo diálogo. Me resulta curioso que la misma película de vaginismo, contada por él o por ella, tiene connotaciones diferentes, los relatos de ellas son más emocionales, los de ellos más prácticos, y eso está muy bien porque se complementan las historias. Esto ha sido lo que año tras año, experiencia tras experiencia, me ha hecho pensar en nuestras diferencias, las de los hombres y las mujeres, llevándome a solicitar ahora ya, la versión del uno y del otro. Es increíble la dimensión que adquiere la historia, de esta manera.
A mí me enternecen y a la vez, siento una gran admiración por estos hombres capaces de afrontar, algunos durante años, un problema sin haber sido solucionado, esperando ahí complacientes, amablemente, sin reproches … con amor. Porque si fuera al revés, que ellos sufrieran un desorden sexual, seguramente nosotras las mujeres, estaríamos con ellos también y aunque eso sería lo que se espera de nosotras, de ellos no lo tenemos tan claro, pero EXISTEN, doy fe!